Marrakech es el nido turístico por excelencia de Marruecos y, así como la primera vez me encantó, puedo decir que la segunda me cansó un poco.
Llegamos el tercer día de viaje al atardecer y aprovechamos la luz para dar un paseo desde la estación de tren hasta nuestro riad (Riad Dar Marhaba) por el que pagamos apenas 40€ entre los dos para las siguientes tres noches.
Amanecimos prontito para aprovechar, como siempre, el día a tope y empezamos la “ruta turistica” por los sitios más famosos del centro de la zona vieja de Marrakech.
Lo primero que visitamos fue el Palacio de Bahía, una de las obras arquitectónicas más importantes de Marrakech construido a finales del siglo XIX. El precio es de 10 DHS y está abierto todos los días de 9:00 a 16:00 (los viernes de 8:00 a 17:00).
Patio interior abierto del Palacio de Bahía
Seguimos el circuito típico entrando al Palacio de El Badi, construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la derrota de los portugueses en Wed al Makhazín (la Batalla de los Tres Reyes). La entrada cuesta 20 DHS y está abierto también todos los días de 9:00 a 16:30 (los viernes de 15:00 a 17:45).
Después de los dos palacios comimos en un Snack (sitio barato con comida local; algo similar al típico bar “Casa Paco” en España). Habrá quien critique los tajines y los platos de estos locales, pero la verdad es que a mi me flipa la calidad-precio que ofrecen y la rapidez con la que atienden.
Tajine de kefta y pizza de pollo y aceitunas
Por la tarde caminamos hasta la Koutoubia para ver el atardecer y tomarnos un té antes de cenarnos un kebab en la famosa plaza de Jemaa el Fna, donde por casualidad ese día había un festival súper bizarro de música electro-marroquí en el que la gente no se movía para bailar pero sí para grabar con el móvil. Sociedad del siglo XXI!
A la mañana siguiente y con las pilas cargadas, nos dimos un paseazo de casi dos horas hasta los Jardines Majorelle, un jardín curioso y lleno de plantas, cactus y guiris haciendo fotos sin parar. La entrada cuesta 70 DHS y está abierto todos los días de 8:00 a 17:00.
La vuelta la hicimos de nuevo atravesando barrios, calles y mercados hasta llegar a la Medina, donde comimos de nuevo tajine de kefta y una ensalada marroquí fresquita para paliar el calor que hacía ese día. Después de comer dedicamos la tarde-noche a hacer algunas compras por el zoco y, después de cenar, tomamos un té con gente que conocimos a través de Couchsurfing para montar una excursión a Essaouira.
Tuvimos suerte de conocer a Bashir, que además de un crack y un personaje curioso era de Marrakech, por lo que tenía contactos de sobra como para montarnos el tour por nuestra cuenta.
Ver siguiente post: Essaouira
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